jueves, 11 de octubre de 2012

Nuevas armas, el futuro de la guerra...


El intelecto humano es capaz de crear multitud de instrumentos y herramientas que le faciliten las diferentes tareas que debe llevar a cabo. Pero no todos son inofensivos, pues el innato talento que tienen los hombres para la creación ha dado a luz verdaderos ingenios destinados a causar dolor y destrucción. La industria de las armas está en constante evolución, originando una generación de dispositivos adaptados a la guerra moderna.

El XM25 es un ejemplo de fusil que ha dejado de serlo para convertirse en un complejo sistema de armamento dotado de sensores, láseres, control de tiro y una inumerable lista de extras. Foto CC-BY The US Army.
En la guerra hay un factor determinante, y es que suele ganar el que posee las armas más avanzadas. Por este motivo lleva produciéndose una carrera armamentística muy competitiva desde hace siglos. En la actualidad, inmersos en una revolución tecnológica sin precedentes, se están desarrollando nuevos y brutales dispositivos para tratar de lograr esa superioridad en el campo de batalla que todas las naciones quieren.
Armas no letales
El catálogo de armas, que existe en estos momentos, incluye innovaciones en todos los campos en los que la ciencia avanza. En el Pentágono, polo de la industria militar norteamericana, han creado dos nuevas armas para combatir a los insurgentes y reprimir las manifestaciones multitudinarias sin víctimas. Se podrían llamar “armas blandas” porque no matan. El hielo plástico o hielo artificial es una sustancia que se asemeja al plástico y que reproduce las propiedades del hielo sobre el pavimento. “Se trata de utilizarlo en ambientes cálidos y áridos como Irak y Afganistán”, según se explica en el portal de Internet de la Agencia de Defensa de Proyectos de Investigación Avanzados del Departamento de Defensa (DARPA). El propósito de este material es reducir la capacidad de movimiento del rival mientras que las tropas estadounidenses se desplazan sin problemas sobre él, gracias a un agente desactivador vaporizado en las suelas de las botas y en los neumáticos de los vehículos. La DARPA argumenta que esta arma “reduce la capacidad de nuestros adversarios para perseguirnos, y da tiempo a nuestros combatientes para actuar en lugar de reaccionar”.
El otro dispositivo es un rayo que causa a los enemigos la sensación de que sus ropas van a inflamarse. Va montado sobre un vehículo y se compone de una antena que “emite un haz de ondas electromagnéticas que suscitan una sensación intolerable de calor en la piel del adversario, empujándolo a retroceder, sin provocar heridas”, según narran funcionarios del Programa de Armas No Letales del Departamento de Defensa. El gran alcance de este instrumento, de 15 a 500 metros, acabaría con el problema de otras armas de contención, como las balas de goma, que no son eficaces debido a su corto alcance. Se espera que éstas sean terminadas para unirse a otras que ya se utilizan, como el Dispositivo Acústico de Largo Alcance (LRAD), el cual combina comandos de voz en 25 idiomas con tonos de alerta y sirenas capaces de torturar y destruir el oído humano. Es efectivo en un radio superior a los 500 metros. El LRAD emite una onda acústica de 150 decibelios, cuando con sólo 90 se pueden causar daños en los tímpanos.
Armas letales, éstas sí
Los avances no se limitan a las armas no letales, pues diversas empresas están desarrollando otras de un poder destructivo antes inimaginable. Una de ellas es el láser THEL, de enorme potencia, que concentra suficiente energía en un punto como para derretir el metal y destruir desde un misil hasta una estructura en un segundo. Además, su precisión es tal que puede apuntar a la cabeza de varios misiles en movimiento, donde llevan la carga explosiva. Su rango de actuación es sólo de 16 kilómetros, aunque se ha logrado montar en aviones para ser disparado desde ellos. Dentro de esta hornada de armas tecnológicas, se ha desarrollado también la Bomba-E. Su poder radica en el lanzamiento de potentes ondas electromagnéticas que, al viajar a la velocidad de la luz, destruyen en segundos los circuitos eléctricos de los sistemas de comunicaciones, radares, vehículos de combate y sistemas de misiles. Su radio de alcance es de cientos de kilómetros.
Eso sí, una guerra es cuestión de ataque y de defensa, y en ese sentido se desarrollan sistemas defensivos como el Plasma Acoustic Shield System. Es un escudo de plasma que usa  “impulsos dinámicos de detonación” para producir una bola de plasma con un impulso láser muy intenso. Esto lo convierte en una defensa muy efectiva debido a su capacidad para detener la energía de una detonación.
Las ciencias de adiestramiento y manipulación también están siendo usadas para desarrollar armas. Se han comenzado proyectos que tratan de poner al servicio de las tropas a diferentes especies animales como las abejas o las ratas. Los enjambres de abejas asesinas pueden ser una realidad dentro de poco, y ya se están utilizando ratas con control remoto capaces de recopilar información o atacar de forma eficaz.
El arma total
Hay otro tipo de armas sobre las que se lleva mucho tiempo especulando y que serían capaces, no sólo de decantar una guerra, sino de acabar con todas por destrucción masiva. Son las llamadas armas “Scalar” o electromagnéticas capaces de, entre otras cosas, provocar terremotos, manipular el tiempo y el clima, iniciar la erupción de volcanes o afectar a los sistemas celulares humanos. Estos dispositivos están basados en unas ondas electromagnéticas llamadas “ondas longitudinales” u “ondas Scalar”. El ideólogo y defensor de la inversión en este tipo de armamento es Thomas E. Bearden, Teniente Coronel de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América. Aún no están desarrollados, pero serían capaces de causar una explosión de calor de proporciones cercanas a las nucleares. También podrían derribar cualquier avión en el aire y destruir cualquier proyectil en su trayectoria de vuelo o en su silo base.
Otra de sus modalidades permite crear una explosión de frío en el blanco capaz de congelar partes del océano, tanques, personal y cualquier equipamiento. Además, estas armas podrían ajustarse para perturbar la mente humana y dejar  inconscientes a todos aquéllos que se encuentren en la zona de interferencia. Con una potencia alta, la conexión entre mente y cuerpo se rompería provocando una muerte instantánea. Por último, podrían utilizarse para crear terremotos una la zona determinada, así como tornados, tormentas o la precipitación de erupciones volcánicas. Son, en definitiva, las armas del futuro, un futuro que quizás esté más cerca de lo que en la actualidad imaginamos.

1 comentario:

  1. te comento por que to tienes ninguna comentario y me gusto mucho esta información

    ResponderEliminar